lunes, 1 de abril de 2013

Acto de Contricción


Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío: por ser vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. También me pesa porque podeis castigarme con las penas del infierno. Ayudado por vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de toda ocasión de pecado, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Por vuestra misericordia concédedme la gracia de perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida en este mundo. Amén.

Dulcísimo Jesús mío


Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Atribuida a san Agustín (354-430 dC)